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LOS SIETE DOLORES DE MARÍA


ROSARIO DE LOS 7 DOLORES DE MARÍA

Se reza un Padrenuestro y siete Ave Marías por cada dolor de la Virgen. Al mismo tiempo le pedimos que nos ayude a entender el mal que hemos cometido y nos lleve a un verdadero arrepentimiento. Al unir nuestros dolores a los de María, tal como Ella unió Sus dolores a los de su Hijo, participamos en la redención de nuestros pecados y los del mundo entero.

La Señal de la Cruz

†  Por la Señal de la Santa Cruz.
†  De nuestros enemigos,
†  líbranos, Señor, Dios nuestro.
†  En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

Acto de Contrición
Señor mío, Jesucristo, me arrepiento profundamente de todos mis pecados. Humildemente suplico Tu perdón y por medio de Tu gracia, concédeme ser verdaderamente merecedor de Tu amor, por los méritos de Tu Pasión y Tu muerte y por los dolores de Tu Madre Santísima. Amén.
(Se aconseja leer del Evangelio las citas que acompañan a cada dolor)


El Credo
Creo en Dios, / Padre Todopoderoso, / Creador del Cielo y de la Tierra. / Creo en Jesucristo,  Su Único Hijo, nuestro Señor, / que fue concebido por Obra y Gracia del Espíritu Santo, / nació de Santa María Virgen, / padeció bajo el poder de Poncio   Pilato, / fue crucificado, muerto y sepultado, / descendió a los infiernos / y al tercer día, resucitó de entre los muertos; / subió a los Cielos / y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. / Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. / Creo en el Espíritu Santo, / en la Santa Iglesia Católica, / en la Comunión de los Santos, / en el perdón de los pecados, / en la resurrección de la carne / y en la vida eterna. / Amén.
Primer Dolor - La profecía de Simeón (cf. Lucas 2,22-35)
Cuando se cumplieron los días en que ellos debían purificarse según manda la ley de Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor. Lo hicieron así porque en la ley del Señor está escrito: “Todo primer hijo varón será consagrado al Señor.” Fueron, pues, a ofrecer en sacrificio lo que manda la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.

 En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era un hombre justo, que adoraba a Dios y esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con él y le había hecho saber que no moriría sin ver antes al Mesías, a quien el Señor había de enviar. Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús entraban para cumplir con lo dispuesto por la ley, Simeón lo tomó en brazos, y alabó a Dios diciendo:
 “Ahora, Señor, tu promesa está cumplida: ya puedes dejar que tu siervo muera en paz.  Porque he visto la salvación

 que has comenzado a realizar ante los ojos de todas las naciones,  la luz que alumbrará a los paganos y que será la honra de tu pueblo Israel.”

 El padre y la madre de Jesús estaban admirados de lo que Simeón decía acerca del niño.  Simeón les dio su bendición, y dijo a María, la madre de Jesús:

–Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten. Será un signo de contradicción  que pondrá al descubierto las intenciones de muchos corazones. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que te atraviese el alma.

Meditación:
    Qué grande fue el impacto en el Corazón de María, cuando oyó las tristes palabras con las que Simeón le profetizó la amarga Pasión y muerte de su dulce Jesús. Querida Madre, obtén para mí un auténtico arrepentimiento por mis pecados.

-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R: Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Resultado de imagen de segundo dolor la huida a egiptoSegundo Dolor - La huida a Egipto (Mateo 2,13-15)

 Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.”
 donde estuvieron hasta que murió Herodes. Esto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por medio del profeta: “De Egipto llamé a mi hijo.”

Considera el agudo dolor que María sintió cuando ella y José tuvieron que huir repentinamente de noche, a fin de salvar a su querido Hijo de la matanza decretada por Herodes. Cuánta angustia la de María, cuántas fueron sus privaciones durante tan largo viaje. Cuántos sufrimientos experimentó Ella en la tierra del exilio. Madre Dolorosa, alcánzame la gracia de perseverar en la confianza y el abandono a Dios, aún en los momentos más difíciles de mi vida.

-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R: Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
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TERCER DOLOR - El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41 -50)

Lucas 2:41-50 Jubilee Bible 2000 (Spanish) (JBS)
 Iban sus padres todos los añosJerusalén en la fiesta de la Pascua.
Y cuando fue de doce años, subieron ellos a Jerusalén conforme a la costumbre de la Fiesta.
Y acabados los días, volviendo ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin saberlo José y su madre.
 Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y entre los conocidos;
mas como no le hallaron, volvieron a Jerusalén buscándole.
Y aconteció, que después de tres días le hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles.
Y todos los que le oían, estaban fuera de sí de su entendimiento y de sus respuestas.
Y cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor.
Entonces él les dice: ¿Qué hay? ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios que son de mi Padre me conviene estar?
 Mas ellos no entendieron la palabra que les habló.

    Qué angustioso fue el dolor de María cuando se percató de que había perdido a su querido Hijo. Llena de preocupación y fatiga, regresó con José a Jerusalén. Durante tres largos días buscaron a Jesús, hasta que lo encontraron en el templo. Madre querida, cuando el pecado me lleve a perder a Jesús, ayúdame a encontrarlo de nuevo a través del Sacramento de la Reconciliación.

-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R: Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
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Cuarto Dolor - María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación del Vía Crucis)

 Estaba la Madre de dolores junto a la cruz llorando, mientras su alma llorosa, triste y dolorida fue traspasada por una espada. !Oh cuán triste y afligida estuvo aquella bendita madre!
¿Que hombre no lloraría, si viese a la Madre de Cristo en tan triste momento? ¿Quién no se entristecería de ver a una madre sufriendo por su hijo inocente atormentado por los pecados de su pueblo?
!Ea, Madre de amor, haz que sienta tu dolor y llore!
!Graba en mi corazón las heridas de tu hijo, que se digno padecer por mí!
Quiero llorar bajo la cruz  junto a ti.

   Acércate, querido cristiano, ven y ve si puedes soportar tan triste escena. Esta Madre, tan dulce y amorosa, se encuentra con su Hijo en medio de quienes lo arrastran a tan cruel muerte. Consideren el tremendo dolor que sintieron cuando sus ojos se encontraron - el dolor de la Madre bendita que intentaba dar apoyo a su Hijo. María, yo también quiero acompañar a Jesús en Su Pasión, ayúdame a reconocerlo en mis hermanos y hermanas que sufren.

-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 

R: Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Resultado de imagen de QUINTO  DOLOR DE MARIA  Quinto Dolor - Jesús muere en la Cruz (Juan 19,17-39)

Y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. 

Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos.» Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, latín y griego. 

Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: "El Rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey de los judíos".» Pilato respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito.» 

Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» 

Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. 

Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed.» Había allí una vasija llena de vinagre. 

Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu.

 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne - rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con él. 

Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. 

Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará hueso alguno. Y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron. 

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. 

Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a verle de noche - con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras." 

Reflexión:
  Contempla los dos sacrificios en el Calvario - uno, el cuerpo de Jesús; el otro, el corazón de María. Triste es el espectáculo de la Madre del Redentor viendo a su querido Hijo cruelmente clavado en la cruz. 

Ella permaneció al pie de la cruz y oyó a su Hijo prometerle el cielo a un ladrón y perdonar a Sus enemigos. 

Sus últimas palabras dirigidas a Ella fueron: "Madre, he ahí a tu hijo." Y a nosotros nos dijo en Juan: "Hijo, he ahí a tu Madre." María, yo te acepto como mi Madre y quiero recordar siempre que Tú nunca le fallas a tus hijos.

-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R: Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Resultado de imagen de SEXTO  DOLOR DE MARIA Sexto Dolor - María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (Marcos 15, 42-46)

"Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. 

Se extraño Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo. 

Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro." 

Reflexión: 
   Considera el amargo dolor que sintió el Corazón de María cuando el cuerpo de su querido Jesús fue bajado de la cruz y colocado en su regazo. Oh, Madre Dolorosa, nuestros corazones se estremecen al ver tanta aflicción. Haz que permanezcamos fieles a Jesús hasta el último instante de nuestras vidas.

-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R: Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Resultado de imagen de SEPTIMO DOLOR DE MARIA
Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro (Juan 19, 38-42)

 Después de esto, José de Arimatea le pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo.

 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro kilos de una mezcla de mirra y áloe. 

 Ambos tomaron el cuerpo de Jesús y, conforme a la costumbre judía de dar sepultura, lo envolvieron en vendas con las especias aromáticas. 

En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que todavía no se había sepultado a nadie. Como era el día judío de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Reflexión:    ¡Oh Madre, tan afligida! Ya que en la persona del apóstol San Juan nos acogiste como a tus hijos al pie de la cruz y ello a costa de dolores tan acerbos, intercede por nosotros y alcánzanos las gracias que te pedimos en esta oración. Alcánzanos, sobre todo, oh Madre tierna y compasiva, la gracia de vivir y perseverar siempre en el servicio de tu Hijo amadísimo, a fin de que merezcamos alabarlo eternamente en el cielo.

-Padrenuestro, siete Ave Marías, Gloria al Padre

V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

V. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

V: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. 
R: Como era en un principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Oración final

  Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. 

   Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén.
La Salve 

    ¡Dios Te Salve, Reina y Madre!  ¡Madre de Misericordia!  ¡Vida, Dulzura y Esperanza nuestra, Dios Te Salve! A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

¡Ea, pues, Señora, Abogada nuestra!, vuelve a nosotros esos Tus Ojos Misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, Fruto Bendito de Tu Vientre.

¡Oh, Clemente! ¡Oh, Piadosa! ¡Oh, Dulce, siempre Virgen María!

V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
En las tres últimas cuentas del Rosario:
Ofrecemos tres Avemarías a la Virgen de la Soledad, por el desamparo que tuvo al pie de la Cruz.

Ave María
V. Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (por 3 veces)

Virgen de la Soledad, que en el Calvario estaís sola, como teneis tanto poder, llevad está alma a la gloria. (repetir 3 veces)

Al pie de la Cruz esta la Virgen María, muy triste y desconsolada sin consuelo, ni alegría.
Viendo que al hijo que mas queria, la prenda que mas amaba, al contemplar en sus llagas que en pies y manos tenía, el Corazón le partía. Amén.



LETANÍA DE LA DOLOROSA

1.Dios, Padre Celestial.              
        —Ten piedad de nosotros.
2.Dios, Hijo Redentor del mundo.           
        —Ten piedad de nosotros.
3.Dios, Espíritu Santo.               
        —Ten piedad de nosotros.
4.Santísima Trinidad, Un Solo Dios.         
        —Ten piedad de nosotros.

5.Madre del Crucificado.
       —Ruega por nosotros.
6.Madre Corredentora.
       —Ruega por nosotros.
7.Madre Dolorosa.
       —Ruega por nosotros.
8.Madre Lagrimosa.
       —Ruega por nosotros.

9.Madre Abandonada.
       —Ruega por nosotros.
10.Madre Despojada del Hijo.
       —Ruega por nosotros.
11.Madre Traspasada por la Espada del Dolor.
       —Ruega por nosotros.
12.Madre Colmada de Tristezas.
       —Ruega por nosotros.
13.Madre Colmada de Padecimientos.
       —Ruega por nosotros.
14.Madre de Corazón Lacerado.
       —Ruega por nosotros.
15.Fuente de Lágrimas.
       —Ruega por nosotros.
16.Ejemplo de Serenidad y Paciencia.
       —Ruega por nosotros.

17.Roca de Integridad.
       —Ruega por nosotros.
18.Ancla de Seguridad.
       —Ruega por nosotros.
19.Escudo de Defensa.
       —Ruega por nosotros.
20.Hogar de los desamparados.
       —Ruega por nosotros.
21.Fortaleza de los débiles.
       —Ruega por nosotros.
22.Sosiego de los atribulados.
       —Ruega por nosotros.
23.Consuelo de las viudas.
       —Ruega por nosotros.
24.Libertad de los oprimidos.
       —Ruega por nosotros.

25.Salvación de los náufragos.
       —Ruega por nosotros.
26.Paz en las tormentas.
       —Ruega por nosotros.
27.Esperanza de los incrédulos.
       —Ruega por nosotros.
28.Medicina de los moribundos.
       —Ruega por nosotros.
29.Perla de las Vírgenes.
       —Ruega por nosotros.
30.Visión de los Profetas.
       —Ruega por nosotros.
31.Modelo de los Apóstoles.
       —Ruega por nosotros.
32.Luz de los Confesores.
       —Ruega por nosotros.

33.Corona de los Mártires.
       —Ruega por nosotros.
34.Primicia de los Bienaventurados.
       —Ruega por nosotros.
35.Alivio de las Almas del Purgatorio.
       —Ruega por nosotros.
36.Terror de la Serpiente.
       —Ruega por nosotros.
37.Vencedora del Mal.
       —Ruega por nosotros.
38.Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
        —Perdónanos, Señor.
39.Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
        —Escúchanos, Señor.
40.Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
        —Ten Misericordia de nosotros.

Oración:
Te suplicamos, ¡oh, Señor Jesucristo!, que la Bienaventurada Virgen María, Tu Madre, cuyo Corazón Inmaculado fue Traspasado por la Espada del Dolor, interceda por nosotros, ahora, y en la hora de nuestra muerte. R. Amén.

Bendición:
Que la bendición de Dios Todopoderoso, y  la  de Su Santísima Madre nos acompañen siempre. Amén.

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